- Pequeña, en comparación con el mundo. Grande, comparada con un ratón.
Se escapa la vida entre mis dedos. Me hundo, me aburro, me duermo. No quiero.
Corres. Largo, larguísimo el pasillo negro... y feo.
Me duelen los dedos, y las manos, pero más me duelen los oídos de escuchar, de escucharte no me canso.
Contradicción es que te quiero y no te quiero, no que no vivo y tampoco muero.
Ni siquiera sé de lo que hablo... bah, ya no me acuerdo.
Una moto. Qué mal suena. Se ha hecho el silencio. Todo el mundo está mirando con miedo: "A mí no, por favor..."
A lo que iba. Ni yo sé lo que quiero. Bueno sí, una vida, lo típico, pero... ¿con quién, o cómo?
¿Me ayudas a encontrar mi camino? No hay que hacer un gran esfuerzo, solo estar dispuesto a soportar el miedo.
Mucho miedo. Corres en penumbra, te persiguen los muertos... No te vayas a caer.
Es el pasado, que de pronto vuelve y quiere llevarme consigo, pero tú no me dejes. Cógeme de la mano y perdámonos en el tiempo, o en el espacio, o en el miedo...
Ay! Yo que sé, ya me estoy haciendo un lío.
No sé si soy yo la que corre hacia el fuego, o es el fuego el que me da miedo, o el miedo tiene miedo de mí, o está asustado del fuego... Qué más da.
No me importa tener miedo, lo que me preocupa es que, cuando llegue, yo no tenga un motivo para vencerlo, para gritarle que puedo, que quiero.
- ¿Con quién hablas?
- Con el viento.
- Estás loca, tía.
- ¿Loca? Tú no amas, no disfrutas, no te ríes, no piensas, no buscas, no te inquietas, no preguntas... ¿Por qué me llamas a mí loca, cuando eres tú el que ya está muerto?
María Dolores, 7-11-2011
María Dolores, 7-11-2011
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