Es de día, hay luz, gente por la calle, pero tu estás a mi lado.
Tú, mi Platón lejano, mi sueño favorito, el chico de mi vida, el ideal imposible. Puedo tocarte, puedo mirarte, puedo hablarte, pero no puedo tenerte, y por ello me pierdo a mí misma.
Estás ahí, a tan solo un metro, siento que me quieres y sabes que te quiero, pero no es posible que suceda, eres un sueño perfecto… y prohibido.
Vivo para amarte, pensarte, quererte, mirarte, llorarte. Vivo para vivir por ti, pero no vivo porque ya eres para alguien.
Me miras, sonrío. Me tocas, tiemblo. Sonríes, morirme quiero, pero te miro, admiro tu rostro, me recreo en tus ojos, tus labios, en ti por completo, y me muero.
Quiero besarte, pero no puedo. No es ni el lugar ni el momento. En todo caso, no debo.
Llega el momento de partir. Quiero irme contigo, al fin del mundo, pero me esperan, y no puedo llevarte conmigo porque no depende de mí el camino. Me alejo, me llaman, pero vuelvo. El mundo entero puede esperar si se trata de ti el otro extremo.
Te dejo a regañadientes. Te beso en la mejilla, pero no quiero separarme de ti, no quiero dejarte escapar. Como si alguna vez te hubiese tenido preso…
Vuelvo a besar tu mejilla, sin miedo a parecer tonta, porque ya lo sabes todo, sabes todo lo que siento, y no me da miedo. El único miedo que tengo es que esa vez sea la última. Me devuelves el beso. Te acaricio el pelo, y me arriesgo un poco más.
Este será el último beso. Me recreo, despacio, beso la comisura de tus labios. Siento el roce, suave, cálido, perfecto. Quiero quedarme así para siempre, rozando tu boca, acariciando tu pelo, pegada a tu cuerpo.
Pero debo marcharme, hay pares de ojos mirando, sorprendidos, enfadados, qué más da. Solo me importa un par de ellos, y están cerrados, delante de los míos.
Ha sido un largo momento que se ha acabado como si fuese un segundo, pero ha sido el segundo que me dará la vida el resto de mi tiempo.
Te querría en mi vida, te daría la mía, te amaría por siempre, pero no puedo. Por eso me limito a escribir estas letras, sin sentido, sin lectores y sin miedo, expresando lo que siento, o lo que sueño o lo que invento, porque quiero.
María Dolores, 22/10/2011
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